Hace aproximadamente un año, en Benidorm, un domingo, pero no uno cualquiera, Carlos Sadness se sube al escenario principal del low y yo entre el público refunfuño porque todos quieren ir a verle. Carlos empieza a cantar y yo, como no podía ser de otro modo mataba el tiempo pensando en ti, con la mirada puesta en el escenario y sonrisa de tonta en boca me quedo embobada escuchando sus letras y el impulso de mandarte audios con todas sus canciones se hace cada vez más fuerte, un cantante pop me estaba leyendo la jodida mente y tú tenías que escucharlo. Saco el móvil corriendo de mi bolso y le doy a grabar audio y qué electricidad, vaya conexión la complicidad de alta tensión... El alcohol me quita de un golpe todas las dudas sobre enviarte el audio o no, y tú al otro lado piensas que estoy medio loca y que qué graciosa soy cuando voy un poquito contenta.
-¿Estás en tu casa?
-¡Corre pon radio 3! están retransmitiendo los conciertos en directo.
Solo la idea de que pudiéramos escuchar lo mismo a la vez me hacía sentir tan cerca tuya, que no me di cuenta que con tanto audio te estaba declarando mi amor a los cuatro vientos, así sin armadura. Veinte emoticonos de corazones, y cinco audios de canciones confusas conmigo canturreando de fondo después decido volver a poner mi móvil en el bolso.
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