miércoles, 26 de abril de 2017

Besos de otro mundo.

Ojalá pudiera quitarle con mi amor toda la desconfianza ojalá nos abracemos tan fuerte que se borre todo lo malo, que se acabe ya esta pesadilla, que seamos felices, nos lo merecemos, yo también lo merezco, ojalá me vuelva a mirar como antes y me diga “cariño” así, suave, con su dulce dulce voz, así como solo ella sabe hacerlo, así como solo ella saca una a una las letras de sus labios y las hila todas juntas para formar una palabra tan bonita y abstracta, para llamarme, para referirse a mí, así suave, así con esa vocecita suya, así con tanta vida dentro de su boca, con tanto amor en su mirada, con esa inocencia… CARIÑO, que su palabra se aleje de ella para venirse conmigo y volverse mía porque me la ha dado y me abrace y me entre por la tripa y me acaricie el corazón y el alma y me cure las heridas y me bese las dolencias y se quede ahí quietita y tumbada en mi memoria para poderla escuchar siempre que necesite esa caricia, cómo es posible sentir tanta vida dentro de tu boca, viviendo en tu garganta, como es posible que sienta celos de las palabras que pronuncias por acariciar tus labios.

Esos besos que me das no son de este mundo...


1 comentario:

  1. Te quiere y la quieres, pero no funciona. Y no es porque no lo intentes, porque haces todo lo posible. No funciona por el montón de bolsas de basura que el pasado le deja a ella en su puerta. Tú lo ves claro, porque ves su agitación desde fuera, ves de dónde viene todo, sabes los motivos de sus volantazos.

    Entonces creyéndote la enviada, encargada de dar solución a su problema, tratas de hacer su parte, das por dos, te desvives, te deshaces, intentas rescatarla de su cabeza y enseñarle el camino una y otra vez. Le explicas qué le está sucediendo, cuál es el error en su enfoque, pero da igual, te estrellas continuamente contra un muro.

    Y trepas ese muro sin cordaje y te caes.

    Y vuelves a tratar de rescatarla y vuelves a trepar la pared sin cordaje y el golpe duele un poco más.

    Y otra vez más te encaramas a ese muro con las mismas armas y sabes lo que sucede, ¿verdad? Efectivamente, que fracasas. Cada vez el corazón más magullado, cada vez se hace más pesado su pasado en tu vida.

    Pensaste que sería sencillo convencerla, lo veías claro, pero no.

    Entonces la frustración es llamada a escena, se te lanza encima, agarra tu vida en sus fauces y la despedaza. No logras entender cómo es posible que ella no sea capaz de verlo tan claro como tú lo ves, no entiendes que no logre descifrar el problema, ver lo sencilla que es la solución.

    Pero no es tan sencillo cuando el dolor es tu dolor y el pasado tu pasado. Las cargas de otros casi nunca nos pesan, pero las propias las vivimos como algo colosal, nos abruma sentir de esa manera, no saber manejar el problema por temor a equivocarnos. Hacemos una montaña con una sola mota del pasado, con eso es suficiente.

    Y así te vas dando cuenta poco a poco, por los consejos que recibes, que debes salir de ahí, pero te pasa igual que a ella: tú también te vuelves incapaz de afrontar tu problema. Y entonces viene el golpe, darte cuenta de todo, ver que te has equivocado en el camino que tomaste, que no era a ella a quien había que salvar, que a quien había que salvarte era a ti.

    http://marwanblog.blogspot.com.es/2017/03/problemas-al-resctarla.html?m=1

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